La llamada Revolución de la Industria 4.0 está transformando nuestra realidad al incorporar en nuestro día a día tecnologías como la Inteligencia Artificial, el almacenamiento en la nube e Internet de las Cosas.
Al mismo tiempo, la competitividad de los países también demandará profesionales cada vez más calificados y polivalentes.
En este escenario, la educación pasa a ser un factor clave para la continuidad de ese desarrollo tecnológico y, considerando que la Revolución 4.0 todavía está en sus primeros años, es necesario prepararse para aprender las competencias que satisfarán necesidades que todavía no se descubrieron, es lo que dice el informe «El futuro del trabajo», publicado en 2018 por el Foro Económico Mundial: el 65% de los niños que entraron en la escuela en 2018 tendrán que trabajar en profesiones que todavía no se inventaron.
Prepararse para ese futuro de nuevas profesiones invirtiendo en nuevas habilidades y conocimientos es lo que ayudará al crecimiento de todos los países. En el caso de América Latina, la preparación del alumno para el mercado de trabajo y los desafíos de la vida en el futuro no pasan solamente por realizar esa introducción de nuevos contenidos relacionados con la nueva realidad y la inclusión digital en las escuelas, sino, principalmente, por trabajar en la inclusión social.
Según Unicef, actualmente 14 millones de niños y adolescentes en América Latina y el Caribe están fuera del sistema educativo, y si consideramos solamente los primeros años de la enseñanza media, la situación es todavía más crítica: el 7,7% de los niños y adolescentes están fuera de la escuela en la región, lo que representa casi cuatro veces más que en los países desarrollados (2,1%).
En tal sentido, es interesante pensar que la Revolución Tecnológica puede auxiliar en ese proceso de inclusión, ya que permite acceder a contenido, e incluso generar conocimiento, en cualquier lugar, circunstancia y hora del día mediante smartphones, tablets y computadoras.
Ese proceso de inclusión también debe pasar por el desarrollo de nuevas competencias que apoyan la era de la Industria 4.0, como el fomento del espíritu emprendedor, el pensamiento científico y creativo, buscar y encaminar soluciones, y la propia cultura digital, que facilita ese proceso de investigar, comunicarse y compartir información, además de la competencia de responsabilidad social y de ciudadanía para la toma de decisiones.
Por eso, es importante incentivar en los niños y los jóvenes el desarrollo de esas competencias y, felizmente, vemos diversas iniciativas en proyectos relacionados a la educación para ese público. Un ejemplo es el programa Respuestas para el mañana, promovido por Samsung, que trabaja con alumnos y profesores de escuelas públicas para el desarrollo de mejoras en las comunidades donde viven.
Creado en 2014, el programa se concentra en alumnos de enseñanza media y los desafía a usar la creatividad y las habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática, para abordar cuestiones del mundo real e inspirar cambios locales. La empresa identificó que esas habilidades serán fundamentales en esta nueva era, no solo para el desarrollo de productos y servicios, como la Inteligencia Artificial e Internet de las Cosas, sino también para la sociedad, y por eso decidió asumir un papel más activo y significativo para aumentar el interés de los jóvenes por esas nuevas competencias y comprometerlos activamente en esa dirección. En toda América Latina, ya participaron más de 200 mil estudiantes y 27 mil profesores de 561 ciudades de la región, con 18 mil proyectos presentados.
Transformar la educación en América Latina para apoyar a los futuros profesionales en esa nueva realidad 4.0 es, ante todo, realizar acciones que incluyan también el acceso a la educación y mejoren la calidad de vida de las comunidades. Y también es dar visibilidad a las iniciativas innovadoras de los profesores de nuestra región, que ya están incorporando las tecnologías en sus acciones pedagógicas para crear las bases fundamentales de un crecimiento sostenible para todos.